QUÉDATE QUIETO, O QUIETA, Y LA FIERA TE COMERÁ

Quién es presa del pánico sucumbe al riesgo del que podría haberse librado con una reacción adecuada. El pánico paraliza, clava a la persona en el sitio. Quiere …pero no puede. Y es que necesita valor, en algunos casos (que no es precisamente la situación económica actual), mucho valor. Y el valor no es la carencia de miedo, si no la voluntad de superarlo.

Precisamente, en el mundo empresarial lo que podríamos llamar “una reacción adecuada”, está en las economías de escala, “la unión hace la fuerza”, “cuatro cabezas pensantes pueden más que una”, “CULTURA ACTUAL DE DIRECCIÓN” … temas que se gestan en las Agrupaciones, Federaciones, Cámaras de Comercio, y Asociaciones de empresarios. Entidades que trabajan con gran intensidad en esos temas, adaptándolos hoy a la crisis, por lo que ¡enhorabuena! a los empresarios que participan en sus iniciativas buscando su propia reacción a la crisis.

Me consta que una exageración de empresarios, de PYMES, han optado por quedarse quietos. Ni ideas ajenas, ni escuchar lo que puedan decirle en el colectivo del que forma parte, ni asesoramiento especializado, ni consultorías, ni I+D+i …a esperar a que pase el “chaparrón”. QUÉDATE QUIETO –O QUIETA- Y LA FIERA TE COMERÁ.

Y estamos ante una “fiera” que nos visita cada cierto tiempo. Hace muchos lustros, venía cada 6, 7 o 10 años. Y le habíamos perdido el miedo –sobre todo las nuevas generaciones-, ya que desde el 92 ¡han pasado 16 años!, y para darle más fuerza aún se le han unido otras “fieras”, con las que guarda cierto parentesco, de EEUU y EU. Lógico, se ha hecho más temible y poderosa.

Pero la nuestra la hemos gestado sin ayuda de nadie. Y lo peor que podemos hacer es “achicarnos”, ponernos a temblar, quedarnos “a verlas venir”. Podemos y debemos rezar, eso por supuesto. Y pedir un Gobierno que nos gobierne a todos, con justicia, con sabiduría, con vocación social. Sin rencores, sin los muertos del pasado –que gilipollez- (como si no hubiesen habido víctimas e injusticias en los dos bandos). Con una política económica que nos de luz y no bombillas de bajo consumo.

Uno de los principales costes que tenemos que asumir es el de Nómina y Seguridad Social a cargo de la empresa, con sus complementos directos e indirectos, fijos y variable. Ante la situación actual, podemos optar por despedir a algún empleado, reducir plantilla o plantear una regulación de empleo. Es lo más simple e inmediato. Claro que también debilitamos la capacidad empresarial de generar beneficios.

Siempre hay otra alternativa. Una “reacción adecuada”, y en este caso puede ser RESOLVER EL COSTE DE PERSONAL (LA INVERSIÓN), SIN RENUNCIAR A NINGÚN EMPLEADO… claro que ¿Qué empresarios han vivido esta experiencia, para poder dirigirla con conocimiento de causa?, ¿qué empresarios conocen las técnicas precisas de evaluación, motivación, “humanística”, reciclaje, …?

Y en los mismos términos, nos podemos referir a compras, stock, financiación, marketing, …lo de menos es si la empresa tiene tan solo un empleado, cinco o veinticinco. Si falla la filosofía –y está fallando- falla todo lo demás. Siempre se ha dicho, y es cierto, que toda crisis además de una oportunidad de hacer empresa, es la “enfermedad” que sanea los mercados y los sectores. Una oportunidad para quienes ya tienen empresa, experiencia, conocimiento… que si lo saben hacer bien, alcanzarán las épocas más propicias, que llegarán en dos o tres años, y si no desaparecerán entre lamentaciones y pérdidas de patrimonio, y la oportunidad será para los que vean ese hueco en beneficio propio.

Una de las oportunidades importantes de la crisis es que disponemos de más tiempo, podemos reflexionar sin prisas, escuchar la opinión de buenos especialistas, acercarnos a los colectivos de los que formamos parte (nos cuesta lo mismo), poner marcha procesos de I+D+i, …aunque nos parezca terrible, no es la ruina. ¿Qué hemos hecho con los beneficios acumulados en las épocas –aún muy recientes- de “vacas gordas?. Y si estamos en quiebra, seamos sinceros, -salvo excepciones, que las hay- no es por la crisis, ni mucho menos.

Ahhh… los cobros. Surge otra cuestión, planteable desde la misma perspectiva que la nómina. Hay una metodología, técnicas, para antes, durante y después de un fallido. Algo que cuando la facturación fluye con alegría, y el dinero va de mano en mano, a una velocidad de vértigo, nadie se preocupa excesivamente de pulir (salvo las entidades financieras, claro). Pero hoy, actuar de forma impulsiva, intuitiva o basada en criterios personales –porque recurrir al especialista financiero cuesta dinero-, sale carísimo a cualquier empresario.

Para muchos empresarios, las carreras universitarias, los master, el conocimiento, la especialización, la experiencia de los demás, saber navegar por internet, manejar una PDA, o trabajar con Olap, está bien, pero necesario, lo que se dice necesario para hacer empresa, pues no tanto. En la creencia de que no “gastar” en estos factores es ahorro, y “gastar” un despilfarro, se alejan de las fuentes en donde se encuentra su “reacción más adecuada” a la crisis.

Hace años que se afirma con rotundidad, en los foros intelectuales más representativos, que la empresa basada exclusivamente en ganar dinero, tratando de que prevalezcan los factores de beneficio, margen, reducción de costes, e inversión que no sea en activos para generar mejores resultados económicos, es imposible que prospere y sea viable a largo plazo.

El empresario que solo se preocupa de su riqueza, termina por fracasar, y cuando esto acontece suele perder gran parte de su fortuna, y patrimonio anterior, sin entrar en pérdidas que pueden ser aún más importantes, de carácter personal. Aunque, para no desilusionar a nadie, que conste que hay excepciones. En el cálculo de probabilidades, es más acertado “apostar” por un estilo de empresa con principios sociales, sin desvincular lo más mínimo la parte económica.

Y es que, al fin y al cabo, lo fundamental seguimos siendo las personas, nuestras relaciones, la calidad de vida, …en todas nuestras manifestaciones: como empleados, proveedores, clientes, accionistas, …¿y en cual no tiene derechos y responsabilidades el empresario, dentro de su entorno social?.

Llega la crisis, y con sus “desmanes” otra oportunidad más. Es el momento de poner a prueba la capacidad de aprender más, de afrontar auténticas dificultades. Ya no es nada fácil vender, menos aún cobrar las facturas, y por supuesto las tensiones internas crecen a diario. Todo se transforma en ACCIÓN, desde distintos frentes. Por eso, cualquier actitud pasiva, de espera, de pánico, solo puede conducir a un perjuicio mayor.

Hay que evitar tanto el optimismo desmesurado, como el pesimismo per se, y buscar la profesionalidad, las técnicas de gestión, el saber hacer de otros, la cultura actual de empresa. Descubrir los propios valores (desde dentro es bastante difícil), darle una misión social a la empresa, con amplitud de miras. Aprovechar la propia sabiduría. Muchos empresarios saldrán airosos de esta crisis, y mas fuertes que nunca para progresar en una nueva época de bonanza. Pero desde luego, no serán los que se hayan quedado a “verlas venir”.

El individualismo –yo me lo guiso yo me lo como-, junto al egocentrismo -, -nadie mejor que yo para dirigir mi empresa-, desde ambas perspectivas, son el lastre más pesado que puede sufrir un empresario, –más que la crisis-. Un freno para cualquier futuro.

Para hacer un buen negocio hay que ser listo, en ambos casos hay talento, para dirigir una organización se requiere un buen nivel de inteligencia, para conseguir que una empresa no se caiga con los años, y que no deje de progresar año tras año, tiene que darse ambos factores a la vez, además de cierto grado de sabiduría.


Adolfo Reborio
Enfoque Empresarial
ares5 grupo consultor

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