Una vez finalizado el protocolo de tratamiento, y alcanzado los objetivos marcados, el paciente pasa a integrar el trabajo analítico realizado hasta el momento dentro de una perspectiva más global y “funcional”.
El objetivo de esta fase es incorporar al entrenamiento elementos más complejos basados en la coordinación, el control del movimiento y la propiocepción, aumentando el espectro de tareas motoras que el paciente será capaz de realizar, incrementando su competencia motriz en las tareas de su vida diaria.
Puntualmente se realizan mediciones de fuerza y movilidad para comprobar una correcta evolución de los parámetros, según los criterios de equilibrio muscular para cada paciente.
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