LOS SIN TECHO-TRANSEÚNTES
El colectivo formado por los transeúntes y por los «sin techo» es uno de los más marginados y excluidos en todas las sociedades. No obstante, debemos diferenciar claramente lo que entendemos por transeúnte y lo que entendemos por persona «sin techo» para comprender mejor en qué medida afectan los procesos de marginación e inadaptación a estos dos subgrupos.
ALGUNAS CAUSAS DE LA SITUACIÓN DE EXCLUSIÓN SOCIAL:
Existen muchas razones para explicar estas situaciones individuales: enfermedades mentales, familias rotas, adicción a drogas o al alcohol, dificultades de adaptación tras haber cumplido penas de prisión o emigrantes que se enfrentan a una sociedad que no se ocupa de ellos. Y junto a ello, sociedades con altos índices de desempleo y precariedad laboral. Las personas sin hogar son desarraigados socialmente y forman parte del contexto más amplio de la exclusión social, que no puede ser reducida simplemente a la falta de vivienda.
En otras épocas los hemos llamado mendigos, indigentes, pordioseros, transeúntes... Son términos todos ellos que muestran matices despectivos. Hoy se suele utilizar el término «Personas Sin Hogar».
La pérdida de un alojamiento propio (característica común a todo «homeless», «sin-techo» o «transeúnte») no es más que una etapa más en el proceso de exclusión social del individuo. Este recorrido de ruptura social y de múltiples y sucesivas rupturas a nivel individual, familiar y social. En mal funcionamiento del sistema de solidaridad familiar o su ausencia total, muchas veces es sin duda un elemento determinante en las causas de este proceso de marginación.
Múltiples factores de tipo:
- Estructural: Como la insuficiencia de las políticas de vivienda y de empleo, el paro de larga duración, crisis de los modelos educativos, el fracaso escolar, las migraciones masivas, los procesos de urbanización salvaje, liderazgo de los valores sociales basados en el consumo, competitividad y de insolidaridad que se traducen en un mayor individualismo, desencanto y narcisismo.
- Personal: Si unimos todo esto con la toma de decisiones personales inadecuadas, se produce una progresiva fragilidad del individuo, que llega muchas veces a una situación de total abandono y desestructuración, dependiendo en el mejor de los casos de las instituciones benéficas para poder subsistir.
- Sistema económico: Las dificultades para acceder al mercado de trabajo, la incorporación de nuevas tecnologías, la explotación de la mano de obra han aumentado los precios y las condiciones del mercado laboral y han dejado al margen a muchas personas convirtiéndose en parados de larga duración, con edades avanzadas, poca calificación profesional y sin perspectivas de futuro.
- El desempleo: El desempleo, el subempleo, el trabajo mal remunerado y las dificultades empresariales constituyen la principal causa de la pobreza. El desempleo y el subempleo pueden deberse a una reducción de los puestos de trabajo, aunque también a la no adecuación ente los trabajos que se ofrecen y las cualificaciones de los trabajadores.
- Falta de vivienda: Los planes de vivienda, urbanizaciones y grandes edificios pueden dar la impresión de que no hay persona sin techo ni hogar digno para cada una de las personas y familias que habitan en el territorio español o en la Unión Europea. En nuestro país, además, el derecho a la vivienda es parte fundamental de la Constitución. Sin embargo, existen cientos de miles de personas, sumidas en la marginalidad, que carecen de la mínima posibilidad de acceder a un techo.
Millones de personas viven en viviendas miserables, y muchos otras carecen de un techo donde cobijarse, todo ello a causa de un nivel de ingresos insuficiente. Las consecuencias de residir en una vivienda inadecuada son numerosas: Promiscuidad, mayor vulnerabilidad frente a las enfermedades, dificultades para dormir y descansar, dificultades para que los niños hagan sus deberes escolares, peligro de incendio, conflictos familiares, menor interacción social... Con frecuencia, los sistemas de salubridad son insuficientes, no hay agua potable o electricidad. El carecer de vivienda aumenta todos estos problemas y casi siempre implica la exclusión.
Carecer de vivienda también implica normalmente la marginación de toda una variedad de servicios administrativos y, en algunos casos, de las prestaciones sociales. A menudo analfabetos, los «sin techo» no tienen ningún servicio de orientación sobre los posibles procedimientos administrativos necesarios para renovar documentos oficiales, recibir ayuda financiera o médica o moverse en el mercado de trabajo. No conocen las iniciativas públicas y privadas que hay para los «sin techo» y los desempleados. La salud física de aquellos que carecen de cobijo es particularmente vulnerable y depende mucho del clima. Muchas personas «sin techo», sobre todo en los países industrializados, buscan consuelo en el alcohol o las drogas, lo cual sólo perpetúa su pobreza. Todo ser humano tiene derecho a la vivienda y este derecho debe garantizarse.
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