Los responsables de la Basílica de la Virgen estudian la instalación de cables eléctricos en la fachada del templo para frenar la invasión de palomas. En pleno proceso de restauración, este sistema de baja intensidad eléctrica se plantea como el más adecuado, según precisó ayer un portavoz del Arzobispado.
«Será similar a lo que se hizo en la Catedral», añadió la misma persona, en relación a la protección contra las aves que se ejecutó hace años en la puerta de los Apóstoles de la Seo, donde cada jueves se reúne el Tribunal de las Aguas.
Símbolo de la paz, estos pájaros son en realidad muy dañinos. «Los daños son muy numerosos porque los excrementos corroen la piedra, dañan las cornisas y hasta bloquean los desagües de agua de lluvia».
La alternativa es la utilización de ultrasonidos o la colocación de púas metálicas para evitar que se posen las aves. La plaza de la Virgen es uno de los lugares más tradicionales de la ciudad y la estampa de la fuente del Padre Turia repleta de palomas alrededor se ha fotografiado miles de veces.
Los cables eléctricos pondrán algo más difícil esta imagen, en el caso de que finalmente sea el sistema elegido. En la ciudad hay en la actualidad un censo de 23.000 palomas, según la estimación de la empresa Estudi Verd, contratada por el Ayuntamiento para la gestión de animales exóticos y control de aves en la calle.
Javier García, uno de los socios de la compañía, comentó que los cables eléctricos son efectivos, aunque caros en el mantenimiento. «Salen unas diez veces más caros que las púas». El Arco del Triunfo de París, por citar un ejemplo de monumento conocido, tiene estas piezas metálicas para impedir la invasión de las aves.
En Valencia, otra alternativa que se ha puesto en práctica es la de mallas en las ventanas. «Así ocurre en el torreón del convento de Santo Domingo y en el resto del edificio hay púas». Las mallas metálicas también sirvieron para «tapar» los impactos de cañón en las Torres de Quart cuando se limpió y consolidó el monumento nacional, aunque en esta ocasión fue para limitar en la medida de lo posible los nidos de cotorras.
La concentración de palomas está vinculada en la mayoría de las veces a la presencia de fuentes. A unos metros de donde se levantan los andamios en la Basílica, en la plaza Cors de la Mare de Déu hay una fuente bebedero, lo mismo que ocurría en la plaza Ciudad de Brujas, junto a la iglesia de Santos Juanes.
Precisamente la Conselleria de Infraestructuras trabaja en estas fechas en el diseño de la plaza cuando termine la urbanización de la estación del Mercat, prevista para finales del próximo octubre. Uno de los criterios a seguir será una mayor peatonalización de la zona, aunque sin cerrar al tráfico el acceso desde la calle Botellas.
El Ayuntamiento instaló con parte de los fondos estatales del Plan E nueve palomares repartidos en toda la ciudad. Es la última iniciativa para controlar la población de palomas, que se ha reducido sustancialmente en los últimos años.
Javier García comentó que la capacidad máxima de cada palomar es de 320 aves, aunque la ocupación es progresiva y hay pocos llenos por completo. De los nueve, dos están fuera de servicio por actos de vandalismo en Nazaret y San Marcelino, mientras que en un tercero, en Benicalap, los problemas se centran en una colonia de gatos.
En todo caso, se perfila como la solución idónea para regular y reducir la población. La técnica es sencilla y consiste en cerrar las portezuelas por la tarde, para que un operario entre por otro acceso y pinche la mayoría de los huevos, no todos para evitar que las hembras cambien de nido. También se pueden colocar de plástico, matiza García, con el propósito de engañar.
Los palomares estropeados han sido dañados a pedradas. El de Nazaret, en el parque Benimar, seguramente cambiará de emplazamiento a la búsqueda de otra localización más segura para las palomas y la instalación de madera.
Los técnicos también emplean las redes para capturas controladas. «Separamos las enfermas, sirve para que conozcamos más las condiciones de la población de aves». Las que se pueden curar son soltadas de nuevo, con el propósito de reducir al mínimo la eutanasia. Con las dos varillas metálicas que se prevé recorran la cornisa de la Basílica, habrá menos disposición de utilizar este sistema en la plaza.
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