«La quiebra de Ramón Vizcaíno ha abierto un mercado muy grande, al menos en cuanto al mantenimiento y control de las instalaciones» que tiene distribuidas por el mundo. La frase de Gorka Vázquez, ex empleado de la histórica compañía de Oiartzun en proceso de cierre, resume el sentir de muchos ex trabajadores que hace meses clamaban por una solución para una empresa que «tenía futuro» y que en estos momentos ha dejado como legado buenas oportunidades de negocio para cubrir el hueco que ha dejado tras de sí.
Conscientes de la ocasión abierta y de que son los mejor preparados para llenar ese vacío, son varios los ex empleados de Ramón Vizcaíno los que han decidido seguir ejerciendo su profesión. Pero, claro está, en otra empresa. En algunos casos en la competencia, en otros abriendo nuevas líneas de negocio en terceras compañías o, los más emprendedores, creando su propia empresa.
Es el caso de Gorka (32 años y 8 en Vizcaíno), que junto a sus compañeros de telegestión Oliver Navas (29 y 8) y Aritz Barriola (33 y 4), y al programador Eduardo Padilla (22 de sus 45 años dedicados a Vizcaíno), han visto una oportunidad para crear su propia firma de gestión remota de instalaciones automatizadas y desde el 21 de marzo están al frente de Dinasat, ubicada en el Polígono Zuatzu de San Sebastián.
Siguen haciendo lo que hacían en Vizcaíno, pero ahora por su cuenta. La actividad consiste en controlar y gestionar desde su oficina, gracias a la informática e internet, cualquier máquina o dispositivo que necesite estar activo, vigilado, o al menos dispuesto a ser activado durante las 24 horas del día. «Es mucho más que un servicio de alerta -aclara Eduardo-. Controlamos durante las 24 horas los procesos, las temperaturas, etc., para que todo funcione correctamente. Y si algo no va bien, lo corregimos desde esta oficina». Para ello se sirven del programa de control y adquisición de datos de supervisión Scada, que también instalan. En Vizcaíno controlaban cámaras de frío, pero la telegestión se puede aplicar «a cualquier máquina o dispositivo automatizado, sistemas contra incendios, depuradoras de agua...», en los que no compensa tener una persona vigilando constantemente.
Para montar la empresa, en la que han tenido que invertir 50.000 euros «solo por ponerla en marcha», los cuatro hubieron de capitalizar una parte de su prestación de paro y recurrir a créditos personales. «Tras varios meses sin cobrar no había ahorros de los que echar mano», recuerdan. Lamentan en este sentido la falta de apoyo de las instituciones, que se comprometierona a ayudar a la plantilla de Vizcaíno y «han desaparecido». «Sólo Fomento de San Sebastián nos ha ayudado en el diseño del plan de negocio, y ahora estamos a la espera de ver si podemos acogernos a un programa de ayudas de esta misma sociedad pública». «El resto, nada de nada. Al contrario, todo son pegas y trabas burocráticas para montar un negocio. Y por supuesto, antes que nada, a pagar», denuncian.
Su primeros clientes son una docena de antiguos clientes de Vizcaíno, aunque hay «alguno nuevo».
Afrontan el futuro con optimismo porque «es un servicio que hay que dar y no hay empresas dedicadas específicamente a esto». Pero constatan que «hay mucha gente tratando de captar los clientes de Vizcaíno y se han tirado los precios». En todo caso, el inicio es prometedor, como demuestra que van a incorporar una quinta persona. «Por supuesto, un colega de Vizcaíno».
http://www.diariovasco.com/v/20110615/economia/quiebra-vizcaino-abre-mercado-20110615.html