A partir de la década de los veinte, el aumento en la incidencia de las enfermedades cardiovasculares ha sido enorme, hasta el punto que durante los años setenta representaba más del 30% de la mortalidad total en poblaciones occidentales industrializadas.
En el caso de la enfermedad cardiovascular (ECV), conocemos un buen número de factores de riesgo y, afortunadamente, muchos de ellos son modificables. Los mayores factores de riesgo cardiovascular son la hipertensión, la hipercolesterolemia (colesterol elevado en sangre), el tabaquismo, la obesidad, la diabetes y el sedentarismo.
La evidencia científica sobre la importancia de la dieta en la prevención y desarrollo de las enfermedades cardiovasculares, y de otras enfermedades crónicas, se ha ido acumulando durante las últimas décadas, proporcionando a los expertos el soporte científico para establecer recomendaciones dirigidas a conseguir una alimentación saludable, considerando que uno de los pilares fundamentales para el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares es una dieta adecuada, llamada dieta cardiosaludable.
Las recomendaciones generales de la dieta cardiosaludable son las mismas que las referidas para la dieta mediterránea, siendo ésta rica en aceite de oliva, frutos secos y pescado azul.
Al consumo de aceite de oliva, frutos secos y de pescado se le ha atribuido la condición de factor preventivo frente a estas enfermedades. El aceite de oliva constituye uno de los más característicos de la dieta mediterránea tradicional, y su consumo va ligado al de verduras, legumbres y pescado. Por su composición, el aceite de oliva está considerado como otro factor preventivo, debido a su alto contenido de ácidos grasos monoinsaturados (AGMI), polifenoles con un papel importantísimo como antiinflamatorio y vitamina E, que es un potente antioxidante.
Reducir la ingesta de sal.
Evitar las grasas de origen animal (saturadas), como carnes rojas, bollería y embutidos.
Evitar los alimentos industriales (comidas precocinadas, refrescos calóricos, pastelería industrial).
Limitar la cantidad de calorías ingeridas.
Moderar el consumo de alcohol (evitar totalmente los destilados y de alta graduación).
Aumentar la ingesta de alimentos ricos en fibra (cereales integrales, legumbre y grandes cantidades de verduras y hortalizas).
Aumentar los alimentos con grasas “buenas” (insaturadas) como el aceite de oliva, el pescado azul y los frutos secos.
Beber abundante agua diariamente.
Tomar las dos piezas de fruta recomendadas diariamente, que nos aportan buenas dosis de vitaminas y minerales y son ricas en antioxidantes.
Evitar los alimentos fritos, se recomienda cocinar a la plancha, asado, hervido, al microondas o papillote; para cocinar, usar siempre aceite de oliva virgen y retirar la grasa visible de la carne antes de cocinarla y la piel a las aves.
Seguir estas normas, junto con otros hábitos saludables, como mantener el peso adecuado, hacer ejercicio suave a diario y no fumar le ayudará a mantener su corazón en buena forma.
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