Diariamente, y a través de distintos canales informativos, se habla de la baja productividad, tanto en términos de país, como de empresas, tratándolo como un factor determinante para la falta de competitividad .
¿Cómo es posible no alarmarse, después de conocer que, España es el país “desarrollado”, junto con Italia, Portugal, etc. en el que , el cociente entre el PIB y la hora trabajada, esta a tanta distancia de los paises punteros en productividad?
A nivel general, desde la óptica macroeconómica, se plantean diversas “recetas”, tales como; especialización productos/mercados, alta calidad, subcontrataciones para reducir costes, aspectos financieros, infraestructuras logísticas, etc.
Descendiendo al nivel de cada empresa, creemos que , en el día a día, y a nivel operativo nos falta esa “sensibilidad” para desarrollar actuaciones prácticas que potencien la productividad de forma sostenida en el tiempo.
En el contexto interno de la empresa, evaluamos la productividad, como el indicador de relación entre, el “valor generado” (productos, elementos, servicios), y la cantidad de “recursos consumidos” ( tiempo, espacio, capital, inmovilizados, materiales, etc.).
En consecuencia, el concepto de productividad, está asociado al de “coste” (de producción y otros internos), como un factor clave de competitividad de cada empresa.
Planteamientos/consideraciones
Actuar en la productividad, debe traducirse, en el paso del mundo del “coste”, al mundo del “valor” (precisamente para reducir finalmente los costes).
Tenemos que “aparcar” la idea de asociar, productividad, exclusivamente con el rendimiento del personal (tiempos, control tareas, etc.), así como limitarla sólo a los procesos de fabricación.
Son diversos los factores que influyen en la productividad, y, en muchos casos, la actividad del personal de producción, no es el de mayor incidencia. Para mejorar la productividad, debemos “atacar/dominar” los procesos (...no a la gente…).
Actuar sobre la productividad, es eliminar “desperdicios”, que no aportan valor (tiempos y tareas, controles, materiales, etc., no “vendibles”), y que, en general, producen bloqueos, reprocesos, reclamaciones, etc., con el consiguiente impacto en “sobrecostes” y, a nivel mercado (deficiencias en servicio, etc.).
Desde nuestra experiencia, lo primero que “favorece” directamente la productividad es la “actuación buena a la primera”, es decir, actuar con calidad.
La base de la mejora, asocia calidad y productividad, como “caras de la misma moneda”, y esa debe ser la “cultura” general de la empresa, en el quehacer diario, y permanente.
Cuando hablamos de actuar con calidad, no sólo nos referimos al proceso de fabricación, sino que, hay que hacerlo extensivo a las distintas áreas, funciones y procesos internos de la empresa (Comercial, Oficina Técnica, etc.). Es sorprendente el volumen y peso en costes de “reprocesos”, que se generan, por deficientes actuaciones comerciales, errores en documentación y gestiones diversas no conformes.
Los factores de mejora
En este artículo, vamos abordar solamente el factor “personal”, al margen del resto de factores (Métodos/Procedimientos, Medios/tecnología, Condiciones trabajo, etc.), también determinantes para la mejora de la productividad.
Personal
Infinidad de publicaciones, conferencias, etc. nos “bombardean” con lo importante que es el “CAPITAL HUMANO”, las personas, su conocimiento, etc., incluso distintos empresarios y directivos lo decimos de forma reiterada, pero, ¿ qué hacemos en la práctica para potenciar y poner en valor todo esto?...
¡Claro que la “gente” es la clave!... La tecnología, medios, etc. se pueden adquirir mucho más fácilmente que personas “implicadas”y formadas en el “saber hacer” a todos los efectos.
Para que el personal, se convierta de verdad, en un factor de mejora, habría que tener en cuenta, entre otras, las siguientes consideraciones:
• Casi todas las personas pueden y quieren “aportar”, si disponemos las condiciones adecuadas.
• Procuremos reducir niveles jerárquicos, facilitar el trabajo en equipo, y que fluyan, la comunicación y las ideas...
• Relación respetuosa. Empezando por “escuchar”. Ellos son los que mejor conocen muchas condiciones y particularidades de su trabajo y entornos de puestos.
• Buscar que el personal “tenga a bien” trabajar en nuestra empresa (sentido de pertenencia positivo), a través de un buen clima laboral. Posibilidades de retener talento.
• Potenciar la formación y talento de cada individuo, para que, desarrolle sus habilidades, al servicio de las “dos partes”.
• Busquemos personas satisfechas y motivadas en la labor diaria, y que sintiéndose “protagonistas”, se conviertan en el mejor motor de mejoras. Es fundamental en este sentido, hacerles partícipes de los objetivos de la empresa, al menos en el ámbito operativo.
• Desterremos “tabús”, según los cuales, se evalúan las personas, por la cantidad de horas de presencia o “calentando silla”, en vez de medir los resultados, en términos de “valor aportado”.
• Además de la formación, debemos procurar, la habilitación, entendiendo el término, como la capacidad del individuo para “evaluar” el resultado de su trabajo, fundamentalmente hacia la calidad, potenciando el “autocontrol”, como base de la “actuación buena a la primera”.
• Asimismo, se deben abordar, condiciones laborales (por ejemplo, tipología contratos, incentivos, etc.), que lógicamente “reforzaran” toda la actuación sobre este factor tan “decisivo” del Personal.
Artículo publicado en "Empresa y Finanzas": http://www.empresayfinanzas.com/SECCIONES/OPINION/2009/2009_04B/OPI_GAL1.asp